Un halloween entre dinosaurios
Sara y David son dos hermanos a los que les encantan los dinosaurios, conocen casi todo de ellos y en su casa, no hay un solo rincón de su habitación en el que no haya peluches, juguetes o incluso esqueletos de dinosaurios.
Como todos los años, Sara y David se disponen a disfrazarse para celebrar Halloween con sus amigos, pero este Halloween va a ser diferente y muy, muy especial para ellos.
Sus padres, por sorpresa se los llevan a una fiesta, en un parque cercano a su ciudad, dedicado exclusivamente a los dinosaurios, sus orígenes, su forma de vida y alimentación y porque se extinguieron.
Cuando llegan al parque, los niños sorprendidos contemplan toda la decoración del lugar y después de admirar como han ambientado el lugar para la fiesta, corren a visitar a sus dinosaurios favoritos: el Triceratops y el T-Rex
- ¡Madre mía! El T-Rex bien podía haber sido un vampiro con esos dientes tan grandes. – exclama David emocionado.
- Tienes razón, con esos dientes y lo oscuro que esta esto, aun da más miedo de lo normal. – asintió Sara.
Pronto, los dos hermanos regresan con sus padres que, también disfrazados para la ocasión, les esperan al final del pasillo, para entrar en la sala que el parque ha dispuesto para organizar allí una fiesta de Halloween especial.
Allí conviven zombis, momias, vampiros con todas las clases de animales que habían pisado la tierra en la era en la que vivieron los dinosaurios tan queridos por Sara y David.
- Ojalá hubiese podido conocer a uno de verdad.- suspira David. – hubiera sido fantástico poder vivir con ellos.
- David, si los dinosaurios hubieran llegado a nuestra época, no quedaríamos ni un solo humano sobre la tierra. Los grandes carnívoros como tu querido T-Rex, se habrían encargado de comernos a todos. – le explican sus padres.
- Mamá tiene razón. Aunque hay herbívoros, son más los dinosaurios carnívoros los que hay y nosotros somos muy pequeños como para poder con ellos. Yo prefiero verles aquí, les puedo ver y tocar sin miedo a que me coman. – dice Sara.
Pronto se unen a la fiesta y los dos hermanos se lo pasan en grande con los nuevos amigos que hicieron allí en la fiesta.
Bailan, juegan y comen de toda las clases de chuches que han colocado en lo que parecen ser huevos de dinosaurios.
Un mago, disfrazado de vampiro, les hace varios trucos de magia para hacer la tarde más divertida y luego se hacen fotos con las momias, murciélagos, arañas y demás monstruos que se mezclan con los dinosaurios que normalmente habitan solos allí.
Al final de la tarde, los niños ya están muy cansados para continuar con la fiesta y sus padres deciden volver a casa.
- Hoy ha sido un día inolvidable.- dice Sara entre bostezos.
- Y que lo digas, hermanita. Hemos pasado una tarde de miedo con los dinosaurios. – añade David.
- Mamá, nos dejarás ahora vaciar la calabaza antes de acostarnos. Por favor… – le pide Sara con voz dulce.
- Si primero os bañáis y os ponéis el pijama al llegar a casa.
- ¡Vale! ¡Hurra! – exclaman felices los dos hermanos.
Sara y David se quedan dormidos en el trayecto hasta llegar a su casa, pero no quieren dejar de lado su tradición de vaciar sus calabazas antes de irse a dormir y obedecen a su madre, dándose un baño y poniéndose el pijama antes de comenzar a dibujar sus terroríficas caras en sus pequeñas calabazas.
Papá ayuda a Sara con la suya, mientras que es mamá quien echa a David una mano para decorar y vaciar la suya, con unos colmillos afilados como los del T-Rex que han visto en la fiesta.
- ¡Vaya David! – exclama su padre. – este año tu calabaza sí que es terrorífica.
- Si, papa. – dice orgulloso David.- es una calabaza T-Rex.
Los dos pequeños, finalizan la decoración de sus calabazas y tras tomarse un gran vaso de leche con galletas se van a sus camas, a ver las fotos de ese gran día y a soñar que por una vez, celebraron Halloween entre dinosaurios.
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