Secreto de familia
Tengo un secreto: mi madre es una puerco espín, en realidad.
Fue así:
Un día me levanté más temprano que de costumbre.
Y ahí estaba, preparando el desayuno antes de despertarnos.
–¡Buenos días! –me dijo.
Yo me senté y esperé mis cereales.
Mi papá y mi hermano dormían. ¿Qué dirían si supieran esto?
Pasé la mañana con mi amiga Elisa jugando en el parque, pero mi cabeza estaba llena de preguntas.
Elisa junta piedritas de colores y nunca tiene estos problemas, así que no le conté nada para no asustarla.
Cuando regresé por la tarde mamá ya era la de siempre con su chongo y su vestido de flores.
Pero a mí ya no me engañaba. Yo la había descubierto. Ella es una puerco espín por las mañanas.
Ahora entiendo por qué tiene tantos frascos de champú y cremas, y tarda horas en arreglarse para salir.
¡Le cuesta mucho trabajo lucir como las otras mamás!
Como la mamá de Elisa, por ejemplo, tan elegante con sus rulos.
Lo peor es que la otra mañana me miré en el espejo, y algo en mí también se ve bastante raro.
(¿A qué edad se empiezan a comprar esas cremas?)
Con Elisa jugamos a vestirnos de señoras, pero desde ese día temo que se dé cuenta de lo distintas que somos, y que cuando crezca, quizá yo también sea una puerco espín.
Últimamente estoy muy nerviosa. Así que le pido a mami que me deje pasar una noche en casa de Elisa.
¡Al fin un poco de normalidad! ¡La cena con sus padres estuvo deliciosa! Después, Elisa me muestra su colección de piedras. Charlamos...
Y nos vamos a dormir. Sí, me duermo. Pero sigo alerta porque tengo que levantarme bien temprano para ir a arreglarme.
Por suerte traje mi peine y mis broches.
¡Lista!
¿Y ese ruido? ¿Ya hay alguien en la cocina?
–¡Hola! ¿Quién quiere bizcochos?
–¡Ah! ¡Un oso! ¡Dos! ¡Tres!
–¡Hola mamita! ¿Puedes venir a buscarme pronto, por favor?
–Ay, hijita, que rara eres –dice mamá.
–No tanto, mami, no tanto –digo yo.
Fue así:
Un día me levanté más temprano que de costumbre.
Y ahí estaba, preparando el desayuno antes de despertarnos.
–¡Buenos días! –me dijo.
Yo me senté y esperé mis cereales.
Mi papá y mi hermano dormían. ¿Qué dirían si supieran esto?
Pasé la mañana con mi amiga Elisa jugando en el parque, pero mi cabeza estaba llena de preguntas.
Elisa junta piedritas de colores y nunca tiene estos problemas, así que no le conté nada para no asustarla.
Cuando regresé por la tarde mamá ya era la de siempre con su chongo y su vestido de flores.
Pero a mí ya no me engañaba. Yo la había descubierto. Ella es una puerco espín por las mañanas.
Ahora entiendo por qué tiene tantos frascos de champú y cremas, y tarda horas en arreglarse para salir.
¡Le cuesta mucho trabajo lucir como las otras mamás!
Como la mamá de Elisa, por ejemplo, tan elegante con sus rulos.
Lo peor es que la otra mañana me miré en el espejo, y algo en mí también se ve bastante raro.
(¿A qué edad se empiezan a comprar esas cremas?)
Con Elisa jugamos a vestirnos de señoras, pero desde ese día temo que se dé cuenta de lo distintas que somos, y que cuando crezca, quizá yo también sea una puerco espín.
Últimamente estoy muy nerviosa. Así que le pido a mami que me deje pasar una noche en casa de Elisa.
¡Al fin un poco de normalidad! ¡La cena con sus padres estuvo deliciosa! Después, Elisa me muestra su colección de piedras. Charlamos...
Y nos vamos a dormir. Sí, me duermo. Pero sigo alerta porque tengo que levantarme bien temprano para ir a arreglarme.
Por suerte traje mi peine y mis broches.
¡Lista!
¿Y ese ruido? ¿Ya hay alguien en la cocina?
–¡Hola! ¿Quién quiere bizcochos?
–¡Ah! ¡Un oso! ¡Dos! ¡Tres!
–¡Hola mamita! ¿Puedes venir a buscarme pronto, por favor?
–Ay, hijita, que rara eres –dice mamá.
–No tanto, mami, no tanto –digo yo.
Y las mamás de ustedes, ¿también son unas puercoespines?
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Isol, Secreto de familia, Isol, ilus. México, SEP-FCE, 2006.
123456789 ESTA MUY PADRE te mando besos
ResponderEliminarmiss esta padre la lectura te quiero miss
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMiss esta padre la lectura nos vemos el lunes
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