La lana
Hilario es un pastor. Todas las mañanas, apenas amanece, sale con su rebaño y lo lleva al llano. Allí hay hierba fresca y verde, donde los borregos comen y juguetean.
De vez en vez los cuenta para ver si no se le ha perdido alguno, y permanece alerta por si se acerca el coyote. ¡Uy, qué miedo!
Los borregos tienen el cuerpo cubierto de lana o pelo delgadito, tupido y caliente. Dos veces al año Hilario lleva a sus borregos con don Timoteo, quien con unas tijeras especiales corta la lana a cada animal.
Enseguida la pesa en una báscula para saber cuánto debe pagar a Hilario, que se va muy contento con su dinero. ¡Qué chistosos se ven los borregos pelones!
La lana está llena de lodo; don Timoteo tiene que lavarla muy bien con agua y jabón. Cuando ha quedado limpia la extiende para que el sol la seque.
Luego la pone en un canasto y con una vara le pega para quitarle los palitos, las espinas y otras basuras que van saliendo por los agujeros.
Rosita, la hija de don Timoteo, viene a cardar la lana. La frota muchas veces con dos cepillos de alambre, hasta que queda suavecita y ligera y se esponja tanto que ya no cabe en la canasta.
Después, su mamá tuerce la lana y la va convirtiendo en hilo.
Don Timoteo tiñe los hilos de la lana para darles color. Primero la amarra para que no se hagan nudos, luego disuelve unos polvos de colores en una olla grande y allí mete los hilos.
Don Timoteo tiene un telar que antes fue de su papá y de su abuelo. Se ve complicado, pero él ya tiene mucha habilidad, es un gran tejedor.
Cuando el tejido está terminado, Rosita le da diferentes formas: hace jorongos, sarapes o tapetes.
No toda la ropa de lana se hace a mano. Muchas cobijas, suéteres y chalecos se tejen en fábricas, donde hay grandes máquinas y obreros que las manejan.
Hilario el pastor no pasará frío este invierno, tiene un jorongo que le compró a don Timoteo. Está hecho con la lana de sus borregos.
De vez en vez los cuenta para ver si no se le ha perdido alguno, y permanece alerta por si se acerca el coyote. ¡Uy, qué miedo!
Los borregos tienen el cuerpo cubierto de lana o pelo delgadito, tupido y caliente. Dos veces al año Hilario lleva a sus borregos con don Timoteo, quien con unas tijeras especiales corta la lana a cada animal.
Enseguida la pesa en una báscula para saber cuánto debe pagar a Hilario, que se va muy contento con su dinero. ¡Qué chistosos se ven los borregos pelones!
La lana está llena de lodo; don Timoteo tiene que lavarla muy bien con agua y jabón. Cuando ha quedado limpia la extiende para que el sol la seque.
Luego la pone en un canasto y con una vara le pega para quitarle los palitos, las espinas y otras basuras que van saliendo por los agujeros.
Rosita, la hija de don Timoteo, viene a cardar la lana. La frota muchas veces con dos cepillos de alambre, hasta que queda suavecita y ligera y se esponja tanto que ya no cabe en la canasta.
Después, su mamá tuerce la lana y la va convirtiendo en hilo.
Don Timoteo tiñe los hilos de la lana para darles color. Primero la amarra para que no se hagan nudos, luego disuelve unos polvos de colores en una olla grande y allí mete los hilos.
Don Timoteo tiene un telar que antes fue de su papá y de su abuelo. Se ve complicado, pero él ya tiene mucha habilidad, es un gran tejedor.
Cuando el tejido está terminado, Rosita le da diferentes formas: hace jorongos, sarapes o tapetes.
No toda la ropa de lana se hace a mano. Muchas cobijas, suéteres y chalecos se tejen en fábricas, donde hay grandes máquinas y obreros que las manejan.
Hilario el pastor no pasará frío este invierno, tiene un jorongo que le compró a don Timoteo. Está hecho con la lana de sus borregos.
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Virginia Armella de Aspe, La lana. México, SEP-Patria, 19
miss esta muy padre
ResponderEliminarMiss me gusto la lectura
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